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jueves, 29 de septiembre de 2011

Fábulas de ayer y de hoy - La discordia de los relojes (Tomás de Iriarte)

Fábulas de ayer:

La discordia de los relojes                                                                         
(Tomás de Iriarte)

Convidados estaban a un banquete
diferentes amigos, y uno de ellos,
que faltando a la hora señalada
llegó después de todos, pretendía
disculpar su tardanza. "¿Qué disculpa
nos podrás alegar?", le replicaron.
El sacó su reloj, mostrólo y dijo:
"¿No ven ustedes cómo vengo a tiempo?
Las dos en punto son."-"¡Qué disparate!
le respondieron: tu reloj atrasa
más de tres cuartos de hora."-"pero, amigos
(exclamaba el tardío convidado),
¿Qué más puedo yo hacer que dar el texto?
Aquí esta mi reloj..."Note el curioso
que era este señor mío como algunos,
que un absurdo cometen, y se excusan
con la primera autoridad que encuentran.
Pues, como iba diciendo de mi cuento,
todos los circunstantes empezaron
a sacar sus relojes en apoyo
de la verdad. Entonces advirtieron
que uno tenía le cuarto, el otro la media,
otro las dos y treinta y seis minutos,
éste catorce más, aquél diez menos:
no hubo dos que conformes estuvieran.
En fin, todo eran dudas y cuestiones.
Pero a la Astronomía cabalmente
era el amo de casa aficionado;
y consultando luego su infalible,
arreglado a una exacta meridiana,
halló que eran las tres y dos minutos,
con lo cual puso fin a la contienda,
y concluyó diciendo: "¡caballeros, 
si contra la verdad piensan que vale
citar autoridades y opiniones,
para todos las hay; mas, por fortuna,
éstas pueden ser muchas, y ella es una."


Moraleja: La verdad es una sola, aunque las opiniones sean muchas.



…y fábula de hoy:                                                                             


            El dirigente del PP, Mariano Rajoy, propuso en 2010 el control constitucional del déficit para todas las administraciones, propuesta que fue rechaza por los socialistas, alegando que dicha reforma “no tenía ningún sentido para ellos”.                                               
Esta misma reforma propuesta por Rajoy ha sido propuesta en el Congreso por el Gobierno socialista el día 23 de agosto pasado por el Presidente Zapatero, lo que viene a demostrar los continuos cambios de orientación y de criterio del Gobierno, en el caso de tenerlo, extremo del que dudan una gran mayoría de españoles. Lo mismo sucedió con los primeros recortes presupuestarios, con la reducción de un 8% en la productividad de los funcionarios y se volvió a poner de manifiesto cuando en dicho día de 23 de agosto el presidente Zapatero anunció una reforma constitucional para establecer por ley el techo de gastos, y por tanto, de endeudamiento a todas las Administraciones, debido al gravísimo problema económico nacional.
            Zapatero subió al estrado para pedir a los grupos parlamentarios que apoyen “una regla para garantizar la estabilidad presupuestaria en el medio y largo plazo”. Los populares le hicieron saber que contaba con su apoyo, lo que era público y notorio por haber sido el PP el partido que había propuesta dicha reforma constitucional a todas luces necesaria y urgente ante la grave situación económica que atraviesa España, aunque hace un año solamente el PSOE había considerado tal propuesta de Rajoy como algo “que no tenía ningún sentido para ellos”,  demostrando
            El líder de los populares, Mariano Rajoy, no desaprovechó la ocasión para recordar al Ejecutivo que esa misma medida ya la presentó él hace un año, el 25 de junio de 2010 en una intervención que los distintos miembros del actual Gobierno descalificaron. Entonces, Rajoy aseguró que promovería un consenso político en España para que la Constitución recoja una nueva normativa presupuestaria que establezca techos de gasto y de endeudamiento para todas las Administraciones. El presidente del PP insistió en que ése era el único modo de recortar el gasto público.
Ante tales declaraciones, la ministra de Economía, Elena Salgado, arremetió contra Rajoy,«¿realmente quiere terminar con la crisis reformando la Constitución?», preguntó. «No vamos a imponer por ley un techo de gasto a las comunidades, va contra la Constitución», aseveró el entonces titular de Interior y hoy candidato del PSOE a ocupar la Moncloa. El día antes de presentar la propuesta de reforma de la Constitución Zapatero «le había convencido».
La discordancia  en cuanto a los tiempos en los que hay que tomar decisiones drásticas es evidente en Rubalcaba en relación a los demás miembros del Gobierno, porque el año pasado se reía de la reforma propuesta por Rajoy y en estos días ha puesto su reloj político “en hora” para que no haya más discordancias con los de la oposición y con la propia lógica que determina cuándo es el momento de actuar y cuándo hay que esperar, pero el conflicto se produce cuando los relojes del gobierno, de la oposición, y de la ciudadanía marcan cada uno una hora distinta, y por ello los problemas no se atajan a tiempo y se van haciendo crónicos e irresolubles, porque  a quien tendría que tomar la iniciativa para resolverlos le pasa igual que con los relojes de la fábula de Iriarte: cada uno señala una hora distinta y cuando hay que averiguar cuál es la verdad se consulta al técnico, al verdaderamente conocedor de las posibles soluciones que es el que termina demostrando que, como en la fábula, la verdad sólo es una, aunque sean muchas las opiniones.
 Así, de la propuesta sensata y necesaria planteada por la oposición ha sido en esta ocasión el tiempo -aquel que siempre descubre la verdad, porque  como decía el poeta Marcial “la mentira nunca muere de vieja”- el que ha demostrado que no sólo era inteligente y oportuna, sino que era la única  solución posible para atajar la grave situación económica española, en  general, y la de las Administraciones Públicas, en particular, lo que, al fin y al cabo, repercute en la economía y el bolsillo de cada ciudadano por el derroche, la mala administración de los caudales públicos, y la pésima gestión del endeudamiento.
 Este grave problema del control del déficit público, ahora  pone se pone evidencia en la propia Constitución con la reforma realizada, y a la que el Rey ha sancionado con su firma, poniendo así punto y final a la falta de sincronía de los relojes que daban cada uno la hora política distinta para encontrar solución a tan graves problemas y el país mientras permanecía sumido en la más absoluta indefensión ante los malos administradores y la corruptela.